JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO (11 de febrero de 2022, festividad de N.S. de Lourdes)

11 de febrero de 2022, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, XXX Jornada mundial del enfermo.

Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXX Jornada mundial del enfermo

Jornada mundial del enfermo. Exposición del Santísimo en la iglesia del Carmen de Cercedilla (Madrid)
Exposición al Santísimo en la Iglesia del Carmen de Cercedilla (Madrid)

ROSARIO MEDITADO

Jornada mundial del enfermo. Primer misterio: el anuncio del Reino de Dios

CANTO (música del himno a Nuestra Señora de Lourdes)

Haced penitencia, 
haced oración, 
Jesús nos invita
al Reino de Dios
AVE...

LECTURA

Lectura del santo evangelio según san Marcos (Mc 1,15; 6,55-56)

«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio (…)

(…) Cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban».

Palabra del Señor

MEDITACIÓN

El Reino de Dios está cerca, porque el Reino de Dios eres tú, Señor. Como nos dice san Juan, en esto consiste el amor. No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Dios nos amó primero y nos entregó a su Hijo único. Esta es la conversión que tú nos pides. Que nos dejemos amar por ti. No que hagamos esto o lo otro, sino que creamos de verdad en ti. Que nos enamoremos de ti, que lo esperemos todo de ti.

Te pedimos Señor la fe y la humildad necesarias para dejarnos curar por ti. Que, si aquellos galileos fueron curados con tan solo tocar la orla de tu manto, cuánto más lo seremos nosotros que nos alimentamos de tu cuerpo.

En la Jornada mundial del enfermo, te pedimos de una manera especial por todos los enfermos y especialmente por los de nuestra comunidad parroquial. y te pedimos también por todos nosotros, para que sepamos reconocer nuestros pecados y nos dejemos curar por ti.

SILENCIO

REZO DEL MISTERIO

Jornada mundial del enfermo. Segundo misterio: la oración del huerto

CANTO (música del himno a Nuestra Señora de Lourdes)

Orando en el Huerto, 
el Buen Redentor, 
vertió de su Sangre
copioso sudor. 
AVE...

LECTURA

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 26,36.39-44)

Entonces Jesús fue con ellos a un huerto llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Sentaos aquí mientras voy a orar».

Tomando Jesús consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo».

Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú».

Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil».

Y, alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad».

Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados.

Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras».

Palabra del Señor

MEDITACIÓN

«Mi alma está triste hasta el punto de morir». Señor, tú eres Dios, pero eres también un hombre como nosotros. Y en el Huerto de los Olivos estabas muerto de miedo, porque sabías lo que te iba a suceder. No te pillaron desprevenido. No querías morir, y tampoco querías estar solo en aquellos momentos. Por eso pediste a tus amigos más íntimos que te acompañaran en la oración. Y por eso pediste al Padre que te librara del suplicio. Pero tus amigos se quedaron dormidos, mientras Dios guardaba silencio.

¡Cuántas veces nosotros nos quejamos del silencio de Dios, porque no sabemos interpretarlo! ¡Cuántas veces esperamos que Dios nos diga otra cosa, porque no nos gusta lo que sabemos que quiere!

Tú, Señor, pediste ser librado de la muerte. Y el Padre guardó silencio. Porque Dios no necesita justificar sus actos, y porque tú tampoco pediste explicaciones. Pediste, confiaste y obedeciste. Sabías lo que Dios quería de ti y no ofreciste resistencia: «Hágase tu voluntad».

En la Jornada mundial del enfermo, te pedimos Señor que no nos quedemos dormidos mientras tú suplicas angustiado. Que no miremos para otro lado mientras tantos enfermos se enfrentan en soledad a su dolor. Ayúdanos Señor a compartir su sufrimiento y a ver tu rostro en ellos, para que ellos puedan ver el tuyo en nosotros.

SILENCIO

REZO DEL MISTERIO

Jornada mundial del enfermo. Tercer misterio: la crucifixión y muerte de Jesús

CANTO (música del himno a Nuestra Señora de Lourdes)

En cruel agonía,
murió el Salvador, 
dejando a María
por Madre de Amor. 
AVE..

LECTURA

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 27,38-50)

Al mismo tiempo que a Jesús crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!».

Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: ‘Soy Hijo de Dios'».

De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.

Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y, alrededor de la hora nona, clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?».

Al oírlo, algunos de los que estaban allí decían: «A Elías llama éste» (…) Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu».

Palabra del Señor

MEDITACIÓN

¡Sálvate a ti mismo y baja de la cruz! ¿Quién no ha pensado nunca esto mismo? Ni el mismo san Pedro evitó la tentación. ¡Cuánto nos cuesta entender la cruz! La nuestra y la de los demás. La cruz es un escándalo y, si no nos lo parece, es que no nos la tomamos en serio.

¡Sálvate a ti mismo! ¿Por qué tuviste que morir en la cruz? ¿No podías habernos redimido de otra forma? Haber venido, haber hecho milagros, curaciones, habernos dicho que nos amásemos… y resucitar directamente. ¿Por qué la cruz? ¿Por qué ese suplicio tan atroz? Y, ¿por qué, colgado en la cruz, nos sigues diciendo que tú eres el Camino, la Verdad y la Vida? ¿Acaso no quieres que seamos felices? ¡Cuántas veces no nos acusan a los cristianos de amargados y aguafiestas! ¡Bájate de la cruz! En la Jornada mundial del enfermo, te presentamos Señor el sufrimiento de tantos seres humanos. en especial los enfermos de los países pobres. Tantos que mueren prematuramente por falta de recursos sanitarios. Y luego habrá quien te eche a ti la culpa: «¿cómo es que Dios permite esto o lo otro?».

Gracias Dios mío, porque nos amaste hasta el extremo, porque diste tu vida por nosotros, porque no solo nos creaste, sino que nos entregaste a tu Hijo único para que tuviéramos vida por medio de él.

SILENCIO

REZO DEL MISTERIO

Jornada mundial del enfermo. Cuarto misterio: la resurrección del Hijo de Dios

CANTO (música del himno a Nuestra Señora de Lourdes)

Jesús del sepulcro
triunfante salió. 
De muerte y pecado
feliz nos salvó. 
AVE...

LECTURA

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 28,1-2. 5-10)

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro.

De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella.

El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: «Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado. No está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis’. Ya os lo he dicho».

Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a los discípulos.

En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Dios os guarde!». Y ellas, acercándose, se asieron a sus pies y le adoraron.

Entonces les dice Jesús: «No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Palabra del Señor.

MEDITACIÓN

El ángel se dirigió a las mujeres, porque ellas estaban allí, junto al sepulcro. María Magdalena y la otra María fueron de madrugada al sepulcro, mientras los discípulos estaban encerrados por miedo a los judíos. Y, de este modo, se convirtieron en mensajeras de la acción de Dios. Así sucede en la vida espiritual. Dios no hace acepción de personas, se entrega a quien le busca. y habla a quien le escucha.

Abre tu corazón, no tengas miedo. Pero no le busques en las apariencias, búscale en la verdad. Estas mujeres tenían intención de entrar en el sepulcro para ver el cuerpo de Jesús muerto hacía tres días. Seguramente con la intención de embalsamarlo. Estaban dispuestas a llevar a cabo una labor muy desagradable. Y se encontraron con el Resucitado. Lo pudieron tocar, lo adoraron. Y fueron enviadas a dar la noticia a los Apóstoles.

Casi nada. Fueron a hacer una obra de misericordia y la obra de misericordia la hizo Dios con ellas. Así sucede siempre con Dios. No rehuyamos el sufrimiento ni al que sufre. En la Jornada mundial del enfermo, la Iglesia quiere hacerse especialmente presente a aquellos que sufren en su cuerpo las consecuencias de la fragilidad humana. Pidamos de una forma especial por los moribundos, para que reciban la fuerza necesaria en esta etapa final de sus vidas.

SILENCIO

REZO DEL MISTERIO

Jornada mundial del enfermo. Quinto misterio: la institución de la Eucaristía

CANTO (música del himno a Nuestra Señora de Lourdes)

En la última cena, 
Jesús nos dejó
su Cuerpo y su Sangre, 
alimento de amor. 
AVE...

LECTURA

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (1 Cor 11,23-26)

Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en memoria mía».

Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en memoria mía».

Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga».

Palabra de Dios

MEDITACIÓN

San Pablo resume para los corintios la institución de la Eucaristía. El problema no era dogmático. Los corintios no discutían acerca de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Sin embargo, con sus hechos, mostraban bien a las claras el poco aprecio que tenían por ella. «Hay entre vosotros divisiones», les dice san Pablo. Mientras unos cenaban opíparamente, otros pasaban hambre. La Eucaristía era así motivo de desavenencias en lugar de ser encuentro de hermanos. Motivo de condenación, en vez de ser causa de salvación.

En nuestra Iglesia actual ya no suceden las cosas así. Nosotros venimos comidos o merendados de casa. Pero, ¿qué diría san Pablo si en alguno de sus viajes viniera a nuestro pueblo? ¿Qué le parecerían nuestras celebraciones? ¿Qué le parecería nuestra vida de parroquia? ¿Nos implicamos personalmente a favor de los hermanos? ¿Nos esforzamos por conocer las necesidades de los otros? ¿Es de verdad la Eucaristía el centro de nuestras vidas?

Estamos celebrando la Jornada mundial del enfermo. Cuando alguien de entre nosotros enferma, ¿valoramos que pueda recibir la Eucaristía o esa es para nosotros una cuestión secundaria?

Jesús, mi vida y mi todo. Tú que te has hecho alimento para nosotros, transfórmanos en ti para que podamos entregar como tú nuestra vida en favor de nuestros hermanos.

SILENCIO

REZO DEL MISTERIO

ORACIÓN POR LAS INTENCIONES DEL PAPA

CANTO FINAL

Qué bien sé yo la fonte

BENDICIÓN SEGÚN COSTUMBRE

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