A la Virgen María se la menciona muy pocas veces en el Nuevo Testamento. Por eso, y más allá de las certezas dogmáticas, la verdad es que sabemos muy poco de ella. Esto ha permitido que muchos suplan los vacíos a base de imaginación. De ahí la importancia que tiene esta sencilla frase: «haced lo que él os diga«. Estas palabras ponen de manifiesto la fe inquebrantable de María, pero también nos dicen mucho de su carácter. María, la mujer fuerte. La narración de las bodas de Caná (cf. Jn 2,1-11) es un pasaje que arroja mucha luz sobre la personalidad de María.

Imaginemos la escena. Unos novios en aprietos y María que se da cuenta de lo que está pasando. Primer detalle, María, la mujer fuerte, está pendiente de todo, incluso cuando parece que no era de su incumbencia. Así se lo hace ver el propio Jesús. El término mujer no es despectivo, pero pone distancias. Jesús le da una respuesta muy cortante: «¿Qué tengo yo contigo, mujer?». Esta respuesta viene suavizada por una explicación: «Todavía no ha llegado mi hora». No obstante, esta explicación añade fuerza a la negativa. Sugiriendo incluso que se trataría de los designios del Padre. Jesús ha dicho que no, y todo parece indicar que es su última palabra. Pero María, la mujer fuerte no se rinde.
María, la mujer fuerte en cuyos brazos estamos seguros
Llegados a este punto, parecería lógico imaginar a María tratando de convencer a Jesús. Bien con argumentos, bien con súplicas. Sin embargo, no encontramos nada de esto. ¡Qué aplomo! María no se toma la molestia de discutir, ni de suplicar. Directamente se dirige a los sirvientes y les dice: «Haced lo que él os diga«. El imperativo es engañoso. Parece que María estuviera dando una orden a los sirvientes. Muchos creyentes podemos incluso sentir que este mandato es para nosotros. María nos estaría diciendo: «Obedeced a Jesús». Sin embargo, María, la mujer fuerte, puede dar esta orden a los sirvientes, porque está segura de la obediencia de Jesús.
María sabe que Jesús puede hacerlo. Pero María sabe también que Jesús lo hará. María, la mujer fuerte, no muestra la menor vacilación. Esto es más de lo que dirá Jesús en alguna ocasión: «Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis» (Mc 11,24). María no cree en las palabras de Jesús. Más bien al contrario. María, la mujer fuerte, sabe que, diga lo que diga, Jesús siempre hará lo que ella quiera. ¡Qué seguridad para nosotros contar con la protección de tan poderosa intercesora!
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