MISAS VIRTUALES, MISAS POR TELEVISIÓN.

Las misas virtuales parecen misas, pero no lo son. Conservan intacta la forma pero, vaciadas de su contenido esencial, pueden convertirse en un engaño para los fieles. Especialmente los más vulnerables: los ancianos enfermos. Tal vez alguien piense que menos es nada. Sin embargo, en materia espiritual, las cosas funcionan de otra manera. Mejor fomentar el deseo, que poner paños calientes. Mejor llevar la comunión a los enfermos, que tranquilizar su espíritu con otra cosa que no sea el mismo Cristo. Y, si el problema es la falta de sacerdotes, nómbrense ministros extraordinarios de la sagrada comunión.

Misas virtuales y práctica pastoral

Las misas virtuales han sido tendencia en tiempos del covid-19, pero no son, ni mucho menos, cosa de ahora. Hace ya muchos años que, en España, se vienen fomentando las misas por televisión. De hecho, hay dos cadenas que llevan tiempo televisando la misa. Desde tiempo inmemorial, una cadena pública (TVE2). Más recientemente, una cadena privada propiedad de la CEE (13TV).

Considero preocupante la generalización de estos visionados y la falta de una catequesis adecuada. Conviene decir con claridad que, cuando vemos una misa por televisión, falta la Iglesia, falta la presencia real, falta el sacrificio eucarístico y falta la comunión sacramental. Quien ve una misa por televisión, no está participando, sino mirando desde fuera. ¿Qué queda entonces? Queda la lectura de la Palabra de Dios (que no es poco), queda la homilía (que no forma parte sustancial de la misa) y quedan unas oraciones difíciles de acompañar para la mayoría de los fieles.

Dicho sea de paso, la enorme riqueza de los libros litúrgicos no redunda precisamente en beneficio de los fieles. La multitud de posibilidades que ofrecen hace imposible que el rito pueda ser aprendido de memoria. El uso de un misal es, por otra parte, desaconsejable, pues podría distraer más que otra cosa.

¿No sería entonces momento para aprovechar este pico de audiencia para enseñar a los fieles a orar con la Palabra de Dios? Quizá también para explicar lo que significa la Eucaristía. ¿Por qué no para tocar el corazón de los fieles para que ardan en deseos de recibir a Cristo, en lugar de venderles un sucedáneo?

A continuación analizaremos algunos aspectos relacionados con estas misas virtuales.

Misas virtuales

Misas virtuales y precepto dominical

El argumento que más se esgrime para la defensa de las misas virtuales (por streaming o por televisión, pero también por radio) es la del precepto dominical.

Primer error. Si una persona está, por cualquier causa, imposibilitada para asistir a misa, no está obligada a cumplir el precepto dominical. Esto es especialmente aplicable a los enfermos. No hace ningún bien que se deje deslizar la sugerencia de una práctica sustitutiva. Conviene dejar muy claro que la participación en la Eucaristía es insustituible.

No hay obligación de sustituir la misa presencial por la misa virtual. Aquellas personas que, por causas justificadas, no pueden asistir a misa, simplemente están liberados del precepto dominical. Los enfermos no están obligados a asistir a misa por televisión. Dicho esto, es muy conveniente que los enfermos sustituyan la misa presencial por alguna devoción. Devoción que no tiene por qué consistir en «escuchar» una misa virtual.

Me dirán que escuchar una misa es una forma de sentirse más cerca de la Iglesia. Cierto, y de ahí su peligrosidad. Porque es un sentimiento que no se corresponde con la realidad. Y porque podemos tener la falsa sensación de que viene a ser lo mismo. La misa virtual es una devoción y carece de validez sacramental. Además, no existe participación e induce a una actitud puramente pasiva.

¿Verdad que a nadie se le ocurriría confesarse por teléfono? Sin embargo, habría más realidad en una confesión telefónica, que en una misa por televisión. Las misas virtuales son misa para quienes la celebran, no para la audiencia.

El Papa, que con sus misas en streaming, tanto bien ha hecho en estas semanas de confinamiento, mostró su preocupación en la homilía del día 17 de abril.

Misas virtuales y comunidad cristiana

La Eucaristía es encuentro comunitario. Es verdad que esto puede parecer más teórico que real, sobre todo en las grandes ciudades. Pero es siempre un encuentro entre personas, aunque no se conozcan. No hay que confundir comunidad con grupo de amigos. Cristo comienza a estar presente ya en el momento en el que un grupo de creyentes se reúne para celebrar la Eucaristía. Todavía no hay presencia real, pero «cuando dos o más se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20).

Esto es algo que no se da cuando alguien «ve» la misa por televisión. En las misas virtuales no se da ese encuentro comunitario. Esto lo han visto claramente aquellos sacerdotes que han animado a los fieles a presenciar la Eucaristía «en familia». Y han dicho que se encendiera una vela, que fuésemos bien vestidos, que adoptásemos las posturas de la misa… Han querido que se crease ante las misas virtuales un ambiente comunitario. Y han querido también que las misas virtuales fueran momento de oración. Que nadie presenciase la misa como si fuera un partido de fútbol o una película. Con todo, creo que han cometido un error. Porque ello ha podido inducir en los fieles una falsa sensación de realidad.

Voy a explicar con un ejemplo lo que estoy queriendo decir. Conozco una comunidad religiosa que se ha reunido todos los días a las 11 para presenciar la misa de 13TV. Quiero pensar, aunque no me consta, que habrán comulgado en algún momento. Unas religiosas reunidas en la sala de comunidad viendo la televisión. Mientras, la capilla vacía y el sagrario solo. Aquí tenemos una comunidad reunida, es cierto. Pero, ¿acaso tiene más valor una misa virtual que una celebración de la Palabra en vivo y en directo?

Misas virtuales y celebración

Acabamos de hablar de la importancia de celebrar en comunidad. A alguien le ha podido quedar la impresión de que, si nos sentamos toda la familia en torno al televisor, ya hay comunidad. Comunidad puede que sí, como también hay comunidad si nos vamos de excursión. Puede que esto nos venga bien para entender mejor lo que significa la presencia eclesial en la liturgia.

Se reúne una comunidad para orar en su casa. Ya hemos citado antes el texto de Mt 18,20. Ahí está Cristo y ahí está también la Iglesia. Pero conviene advertir que lo que hay detrás de la pantalla del televisor o del ordenador es una realidad diferente. Iglesia doméstica es la comunidad familiar o religiosa que se reúne en oración. Es importante hacer notar que las personas que en sus casas están asistiendo a esas misas virtuales, no son actores de las mismas. Son audiencia televisiva o usuarios de una página web. Y esto hace de las misas virtuales algo ficticio e irreal.

Sé que esto es difícil de entender, por eso voy a poner un ejemplo. ¿Por qué algunos programas televisivos sin prácticamente contenido tienen tanta audiencia? Porque sus personajes entran en nuestras casas y llegamos a tener la impresión de que son nuestros amigos. Todo el mundo estará de acuerdo en que se trata de una impresión engañosa.

Es más real que la familia se reúna para rezar el rosario o la Liturgia de las Horas, que para asistir a una misa virtual. En el caso de las religiosas todavía con mayor motivo. Reunirse en la capilla, no en la sala de comunidad. Celebrar una liturgia de la palabra sobria, pero con todo aquello que está permitido hacer. Y comulgar dentro de dicha celebración. Aunque asumiendo, claro está, que eso tampoco es una Eucaristía.

Misas virtuales y sacrificio eucarístico

Hemos dicho que, en España, muchos consideran las misas virtuales un sustitutivo de la Eucaristía. Algo parecido sucede con las celebraciones de la Palabra en otras latitudes donde escasean los sacerdotes. No es este el lugar para ocuparnos de ese último asunto, pero no está de más mencionarlo en este contexto.

En una celebración de la Palabra existe comunidad que celebra, y no solo comunidad espectadora. En una celebración de la Palabra, además, suele haber comunión eucarística y no solo comunión espiritual. Así pues, existe una diferencia cualitativa importante que hace siempre preferible una celebración de la Palabra.

Pero, ni en las misas virtuales ni en las celebraciones de la Palabra se da el sacrificio eucarístico. Alguien podría rebatir diciendo que, en las misas virtuales, hay en alguna parte un sacerdote celebrando. También podemos decir que, esa comunión recibida en una celebración de la Palabra, ha sido consagrada en una verdadera Eucaristía.

Ambas cosas son ciertas, pero eso no justifica en ningún caso sustituir la Eucaristía con ninguna otra cosa. En el caso de las misas virtuales sería como sustituir la presencia de una persona querida con un vídeo. La segunda es en cierto modo como si, en lugar de asistir a una fiesta de cumpleaños, nos trajesen un táper con un pedazo de tarta. En el caso de las misas virtuales, en algunos casos se trataba incluso de retransmisiones en diferido [1]. No había lugar entonces, ni siquiera para una unión espiritual.

La Eucaristía es la actualización del sacrificio de Cristo en la cruz. En el sacrificio eucarístico, Cristo se hace presente en la comunidad que celebra, en el sacerdote que preside y en los dones consagrados. No solo los dones, sino también nosotros somos transformados en cuerpo de Cristo. Nada de esto sucede en las misas virtuales.

Misas virtuales y presencia real

En estos tiempos de confinamiento, había que ver el deseo tan grande que las familias tenían de reunirse. La alegría del reencuentro entre abuelos y nietos. Una presencia física que no puede compararse con llamadas ni videoconferencias. Entonces, ¿por qué algunas personas, pudiendo, prefieren quedarse en casa y ver la misa por televisión? ¿Pueden las misas virtuales sustituir la presencia real de Cristo en la Eucaristía?

Cuando vemos una misa virtual, vemos los mismos ornamentos y los mismos gestos que en una Eucaristía. Porque en algún lugar se está celebrando una Eucaristía. Cuando escuchamos una misa virtual, escuchamos las oraciones que están en el Misal Romano. Las mismas que todos los sacerdotes repiten cada vez que celebran, si bien disponen de diversas opciones. ¿Pero una Eucaristía es solo eso? Por lo que respecta a la homilía, no forma parte sustancial de la Eucaristía y, de hecho, no siempre es obligatoria.

Es tan evidente que una misa virtual no es una misa, que parece absurdo escribir sobre ello. Sin embargo, tengo la impresión de que para muchas personas esto no está tan claro. Más de un enfermo en el hospital me decía: «no, yo prefiero verla por televisión». Y me lo decía de verdad. Por diversos motivos que yo siempre respeto. Me limitaba a decir con suavidad: «no es lo mismo».

Esto es lo que quiero decir también en este artículo. Porque alguna persona conozco, a quien le ha costado bastante volver a misa … después de haber asistido todos los días a alguna misa virtual. Católicos practicantes, que le han cogido el gusto a las misas virtuales. No niego que las misas en Santa Marta eran especiales, ¿pero vas para ver al cura (sea quien sea y además por streaming) o vas para estar en presencia del mismo Cristo?

Palabras del Papa Francisco a propósito de las misas virtuales

En su homilía del 17 de abril, advertía el Papa del peligro de una familiaridad con el Señor en solitario, al margen del pueblo de Dios.

Según sus propias palabras, el Papa estaba haciendo alusión a una conversación y a una carta. Sugiriendo muchas cosas, sin llegar a concretar los destinatarios. ¿Advertencia a los fieles o reprimenda para algunos pastores? Seguramente las dos cosas.

Dice el Papa: «Una familiaridad sin comunidad, una familiaridad sin el Pan, una familiaridad sin la Iglesia, sin el pueblo, sin los sacramentos es peligrosa». Esto es precisamente lo que ocurre en las misas virtuales.

Continúa el Papa: «Puede convertirse en una familiaridad -digamos- gnóstica, una familiaridad sólo para mí, separada del pueblo de Dios». Lo del gnosticismo podría sugerir la actitud de algunos cristianos que dicen creer en Dios, pero no en la Iglesia. Ahora bien, ¿qué significa esto en el contexto de las misas virtuales? ¿Quienes buscan una familiaridad con Dios al margen del pueblo de Dios? ¿A quién representa esta actitud elitista? ¿Quién puede separarse del pueblo de Dios sino quien se considera por encima del pueblo de Dios? Esta es la definición que el Papa da de «clericalismo». Durante este tiempo ha hablado de ello en numerosas ocasiones.

Por otra parte, en lo que ha sucedido en estos meses, hay una cuestión teológica que conviene no olvidar. Si la misión del sacerdote fuera celebrar la Eucaristía en favor de los fieles y dado el valor infinito de la misa, bastaría un solo sacerdote rezando por el mundo entero. No pongo en tela de juicio la legitimidad de que un sacerdote celebre solo. Lo cuestionable es que los fieles nos tengamos que conformar con que intercedan por nosotros.

Para terminar

Voy a terminar hablando de mi experiencia personal. Hace ya algún tiempo, me vi privada de la Eucaristía durante algunos meses. Podía haber visto la misa por televisión. Pero no lo hice. Porque una misa por televisión no es una misa. Y porque, si prescindimos de la comunidad que celebra y de la presencia real, lo que queda es solamente una apariencia que no me da ninguna devoción.

Porque raras son las misas en las que se crea ambiente religioso. Empezando por los cantos. Dicen que cantar es rezar dos veces, pero eso depende de lo que se cante. Las homilías poco concretas. Y, cuanto más tiempo dedican a los prolegómenos, menos tiempo queda para lo fundamental. Tantas veces una plegaria eucarística leída de carrerilla y sin la menor unción. No digo que esto se dé habitualmente y todo junto. Pero sí muchas de estas cosas y algunas más, no pocas veces [2].

A pesar de eso, voy a misa porque creo que Cristo resucitado se hace realmente presente en cada Eucaristía. Porque creo que es él quien está en medio de la comunidad que celebra. Porque sé que allí Cristo se ofrece al Padre por nosotros. Ofreciéndonos también a nosotros juntamente con él. Y que nos da a comer su cuerpo, para hacernos cuerpo suyo, su Iglesia.

Las misas del Papa en Santa Marta han sido muy especiales en estos momentos difíciles. Unas misas extraordinarias, rezadas con simplicidad y con calma. Con sobriedad y con devoción. Con momentos de silencio. Un verdadero regalo del Espíritu Santo para sentirnos más unidos a la Iglesia Universal y a su pastor.

Pero, aun así, nada comparable con la gracia de poder encontrarme con el Cristo real. Iglesia concreta en la que Dios me ha puesto y presencia real con las cuales poder comulgar.

Notas

[1] Es el caso de las misas del Papa en Santa Marta (a las 7h), retransmitidas por 13TV a las 20 h durante el tiempo de confinamiento por la pandemia.

[2] Estoy hablando en general y de mi experiencia a lo largo de muchos años. En este momento, la verdad es que no me puedo quejar.

LECTURAS RECOMENDADAS

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Presencia real de Cristo en la Eucaristía. El testimonio de los Padres de la Iglesia

Breve tratado sobre la Eucaristía

El sacrificio eucarístico

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2 comentarios en “MISAS VIRTUALES, MISAS POR TELEVISIÓN.”

  1. Como sempre, Maria, consegues transformar teu conhecimento teológico e profunda vivência da Eucaristia em um texto perfeitamente compreensível e educativo para quase todos os fiéis. É um privilégio poder ler teus artigos. Obrigada.
    Susana

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