Eucaristía

Eucaristía

La Eucaristía es la presencia de Cristo en medio de su Iglesia. No es casualidad que los discípulos de Emaús reconocieran al Resucitado precisamente «al partir el pan» (Lc 24,30-31). Tampoco es casualidad que el Resucitado se presente el primer día de la semana y, de nuevo, ocho días después, el decir, al domingo siguiente (cf. Jn 20,19. 26).

El Resucitado continúa haciéndose presente en medio de su Iglesia, cada vez que celebramos la Eucaristía.

Y también algo que hoy en día no se niega, pero parece estar algo olvidado: la Eucaristía es también sacrificio. No un nuevo sacrificio, sino presencia del mismo y único sacrificio de la cruz.

Lo del sacrificio es algo que hoy en día nos resulta muy difícil de entender, porque nos suena a ritos de otro tiempo. Esto se debe, no obstante, a una interpretación del sacrificio de Cristo con los criterios de las religiones, olvidando que Cristo hace nuevas todas las cosas. Solamente a la luz de Cristo es como podemos saber algo de Dios.

La presencia eucarística es presencia del Resucitado, pero la Resurrección es inseparable de la cruz. Así pues, cada vez que el Resucitado se hace presente, presente se hace también su muerte salvadora. Cuerpo entregado y sangre derramada. La presencia de Cristo es presencia de la entrega de su vida en las manos del Padre.