JESÚS DE NAZARET

Muchos judíos siguieron a Jesús de Nazaret en su tiempo, pero solamente unos pocos permanecieron fieles. Después de la resurrección, los discípulos comprendieron muchas cosas que no habían entendido hasta entonces. De esta manera, toda la vida de Jesús cobró una nueva perspectiva.

Hoy en día, sin embargo, corremos el riesgo de quemar etapas a la hora de contemplar a Jesús. Somos como aquellos que observan un mapa. Porque, en la mayoría de los mapas, es difícil percibir las elevaciones del terreno. Así también sucede a quienes leen el evangelio pensando que la fe les ahorra entrar en detalles.

Por eso, mi intención en este artículo es dar unas pinceladas que nos acerquen al hombre Jesús de Nazaret. Sin ninguna pretensión que, por otra parte, estaría fuera de lugar. Nada hay que no se haya dicho ya, pero hay caminos que siempre llenan el corazón por muchas veces que pasemos por ellos.

No obstante, antes de entrar en materia, quisiera hacer una breve reflexión acerca del momento eclesial en el que nos encontramos actualmente. Porque, aunque el evangelio es siempre el mismo, cada época precisa de su propia hermenéutica.

Por qué es actualmente tan necesario hablar de Jesús de Nazaret

Hoy en día, la Iglesia apenas habla de Jesús de Nazaret, pero tampoco de los dogmas cristológicos. Por contrapartida, actualmente la militancia ha adquirido categoría de dogma.

La iglesia de hoy

Jesús de Nazaret
Jesús de Nazaret

La militancia no es, ni mucho menos, algo nuevo en la Iglesia. Sin embargo, actualmente reviste características peculiares. Porque hoy en día preocupa más la forma que el fondo. Del encuentro personal con Cristo, se ha pasado hoy a los grandes encuentros eclesiales.

En vez de hablar de Cristo, se habla de moral sexual. Y en lugar de presentar la doctrina cristiana, se buscan nuevas formas de recuperar la cristiandad. Como consecuencia de ello, se trabaja para inculcar un sentimiento de pertenencia, sin importar los contenidos.

Fuera de la Iglesia, existe la impresión de que la Iglesia no se ha actualizado, pero esto es solo aparente.

Es cierto que los dogmas permanecen inalterados en su contenido teórico. Actualmente los dogmas no se discuten, sino que se ningunean.

Tampoco ha variado el discurso normativo de la Iglesia, aquel que está dirigido de forma genérica a sociedades supuestamente cristianas. Con este discurso se pretende dirigir, no la vida de los católicos practicantes, sino la de sociedades donde los cristianos practicantes son minoría. Y esto se hace con argumentos que orienten sus preferencias políticas.

En realidad, la Iglesia vista desde dentro ha cambiado tanto, que muchas veces resulta irreconocible.

Jesús de Nazaret – Cristo – Iglesia

Tenemos la siguiente cadena temporal: Jesús de Nazaret – Cristo – Iglesia. Cada uno de los elementos de esta cadena, incluye el anterior. Esto, que forma parte de la historia, exige que el nexo de unión entre estos tres elementos sea cuidado con esmero.

Es importante notar que la cadena no se rompe cuando desaparece el nexo de unión, sino cuando un eslabón fagocita al anterior. Esto fue lo que ocurrió con el docetismo, que afirmaba que la humanidad de Jesús era solo aparente. Es cierto que los docetas pensaban que la divinidad interfería con la humanidad, en detrimento de esta última. Pero no es menos cierto que ocurrió porque aplicaban a Jesús de Nazaret las propiedades del Cristo resucitado.

Hoy estamos asistiendo a un fenómeno semejante, pero que afecta al segundo eslabón de la cadena. Actualmente estamos asistiendo a una apropiación indebida por parte de la Iglesia. Está ocurriendo una ocultación de Cristo detrás de la Iglesia. La razón de ello es que muchos confunden la encarnación con la Iglesia. A pesar de que esto tiene su fundamento teológico en el Cristo Total, si no está sustentado por una fuerte espiritualidad, nos lleva al vacío. Porque, cuando la Iglesia se predica a sí misma, está traicionando su misión y perdiendo su razón de ser.

¿Quién es Jesús de Nazaret?

Jesús de Nazaret fue un laico

En primer lugar, Jesús de Nazaret no pertenece a la tribu de Leví, sino a la tribu de Judá (cf. Lc 2,1-7). Sabemos que, en el judaísmo, para ser sacerdote, era necesario pertenecer a la tribu de Leví. Jesús, al contrario que su primo Juan Bautista (cf. Lc 1,5-25. 57-66), no era levita.

En segundo lugar, Jesús de Nazaret tampoco pertenecía a ninguno de los muchos grupos religiosos que existían entonces. Jesús no era fariseo. Y, aunque algunos estudiosos sugirieron hace décadas que Jesús pudo ser un esenio, esto no está probado. Más aún, el estilo de los esenios recuerda más al de Juan que al de Jesús.

Jesús de Nazaret, hijo de José el carpintero y carpintero como él
Jesús de Nazaret era un artesano

En tercer lugar, y al contrario que san Pablo (cf. Hech 22,3), Jesús no estudió a los pies de ningún teólogo de su tiempo. Sabemos que Jesús no estudió la Sagrada Escritura como sí hicieron algunos de sus contemporáneos.

En todo caso no cabe duda de que Jesús de Nazaret aprendió el oficio de su padre y vivió como un artesano durante muchos años.

Por eso no es de extrañar que sus vecinos se preguntasen de dónde le venía toda esa sabiduría (cf. Mc 6,2).

Jesús de Nazaret comenzó su vida pública con unos 30 años (cf. Lc 3,23)

Actualmente y con los criterios eclesiales, que nada tienen que ver con los que vemos en el Antiguo Testamento, podríamos decir que Jesús fue una «vocación tardía».

Esta observación, que puede parecer fuera de lugar, tiene su importancia en orden a una reflexión eclesial. Porque los superiores religiosos ven con malos ojos las vocaciones tardías, especialmente cuando la formación es larga y costosa. Cuestión de rentabilidad. Pero hay otra razón, y es la dificultad que existe para moldear a una persona adulta. Ahora bien, ¿qué es la vocación y quién puede marcar los tiempos de Dios?

En tiempos de Jesús, treinta años eran muchos años. Ni siquiera podía considerarse que Jesús fuera joven. El Padre estuvo formando a su Hijo durante treinta años, para una misión que no duró más de tres.

Ahora bien, Dios llama a Jesús desde su nacimiento. Y Jesús dice «sí». Pero Dios tiene sus tiempos, que no son los de los hombres. A los hombres les hubiera parecido que Jesús estaba perdiendo el tiempo, incluso le hubieran acusado de infidelidad a Dios. Pero el «sí» de Jesús es sometimiento a la voluntad de Dios, aunque esta voluntad pueda parecer extraña a los hombres.

El bautismo de Jesús de Nazaret

Aunque algunos autores sugieren que Jesús de Nazaret comenzó siendo discípulo de Juan Bautista, en realidad esto no puede probarse [1]. Más aún, el bautismo de Jesús sería más bien una prueba de lo contrario. Porque Jesús aparece como uno más entre la muchedumbre (cf. Lc 3,21). Los evangelios nos presentan a una gran multitud buscando a Juan para escuchar sus palabras y recibir su bautismo (cf. Lc 3,7).

Bautismo de Jesús de Nazaret
Bautismo de Jesús de Nazaret

Es comprensible que, inconscientemente, nosotros interpretemos esta escena como formando parte de un guión. Como si el Padre fuera guionista y apuntador, y Jesús actuase al dictado como haría un actor. Pero esto supone un grave falseamiento del evangelio.

Es lo que suele suceder cuando leemos el evangelio como si fuésemos meros espectadores. Porque es imposible una lectura profunda del evangelio que no nos implique personalmente.

Aún sabiendo que ha llegado su momento, a Jesús de Nazaret el futuro no se le presenta como un guión, sino como anhelo ineludible. Juan no es hito de una ruta establecida de antemano, sino faro que ayuda a Jesús a comenzar su camino.

El Espíritu lleva a Jesús de Nazaret al desierto

Jesús de Nazaret recibió una revelación en el Jordán (cf. Lc 3,22). Y, aunque admiraba a Juan (cf. Lc 7,24-28), supo que ese no era su lugar. Por eso, Jesús continúa su camino.

Jesús de Nazaret en el desierto
Jesús de Nazaret en el desierto

A Jesús no se le ahorra el sufrimiento de la búsqueda. Aunque es Dios, aprende al modo humano. Jesús pasa cuarenta días en el desierto (cf.Lc 4,2), es decir, a solas con Dios en silencio y oración.

Jesús se enfrenta a un futuro para él desconocido. Su divinidad no anula su humanidad, por eso, necesita pedir al Padre que le señale el camino. El «sí» de Jesús no es el «sí» a un proyecto concreto, sino un cheque en blanco. Más aún, se trata de un cheque que el Padre no puede cobrar sin la colaboración activa de Jesús.

Podríamos pensar que, si Jesús es Dios, no necesitaba orar para estar unido a Dios. Sin embargo sabemos que Jesús oraba habitualmente mucho, pero esta ocasión era especial. Se trata de un momento decisivo en el que Jesús debe descubrir la voluntad del Padre para él.

Jesús de Nazaret es tentado

Aunque parezca contradictorio, son los momentos de especial unión con Dios aquellos en los que con mayor intensidad somos tentados.

Algunos comentaristas interpretan que los evangelistas han resumido en este momento tentaciones que seguramente se hallaron presentes a lo largo de toda la vida pública de Jesús. Sin embargo, esto aparece expresamente negado en el propio evangelio: «acabada toda tentación, se retiró de él el diablo hasta el tiempo [de su Pasión]» (Lc 4,13).

Jesús de Nazaret. Cruce de caminos

En todo caso, estas tentaciones tienen su sentido justamente en este momento. Porque este es el momento en que Jesús debe decidir sobre su futuro.

Son tentaciones que van a la raíz. Que, más allá de la debilidad de un momento de desánimo, pretenden un cambio estructural. Tratan de marcar la misión de Jesús desde el primer momento.

Jesús está haciendo un discernimiento, y el diablo le muestra otras formas aparentemente más exitosas de llevar a cabo su misión.

Primera tentación

La primera tentación (cf. Lc 4,3-4) es aquella en la que Jesús tiene hambre y el diablo le dice que convierta una piedra en pan. Es decir, que utilice el poder que Dios le ha dado para garantizarse su sustento.

Es decir, que ese mismo poder que más tarde utilizará en beneficio de otros, lo utilice ahora en beneficio propio. Un poco de pan, solamente eso.

Jesús de Nazaret. Fotografía de un pan

Sin embargo, Jesús de Nazaret es tajante: «Escrito está, que no vive el hombre de solo pan, mas de toda palabra de Dios» [2]. La respuesta ha sido tomada de Dt 8,3 y hace referencia al maná con el que Dios alimentó a su pueblo.

Esto último es muy importante en orden a la interpretación del texto. Jesús de Nazaret no dice que no necesite comer, porque con la palabra de Dios tiene suficiente. Lo que dice Jesús es que Dios proveerá el alimento.

Segunda tentación

La segunda tentación (cf. Lc 4, 5-8) es la del poder. El diablo le muestra de una ojeada toda la tierra, con todos sus reinos. Le ofrece todo el poder y la gloria del mundo y añade algo que suele pasar desapercibido: «porque a mí se me han dado».

El poder y la gloria de este mundo pertenecen al Maligno. El diablo pone a Jesús una condición: «si postrado me adorares».

Jesús de Nazaret es tentado por el poder. Foto de  una corona real

El contexto es fundamental para entender la respuesta de Jesús: «A tu Señor Dios adorarás y a él solo servirás».

Todo aquél que busca el poder y la gloria de este mundo, se encuentra con el Maligno. Porque adorar al Maligno no es rendirle expresamente culto, sino poner la vida al servicio del poder y el dinero. Pues ambos están radicalmente enfrentados con Dios. «No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Lc 16,13).

Tercera tentación

La tercera tentación (cf. Lc 4,9-12) puede resultar algo extraña. El diablo invita a Jesús de Nazaret a tirarse al vacío desde lo alto del Templo de Jerusalén. La respuesta de Jesús es muy genérica y aplicable a cualquier tentación.

Lo que el tentador sugiere a Jesús es que se dé a conocer de una forma espectacular. Pero, ¿qué sentido tiene esto? No podemos pensar en una tentación de vanidad, porque eso sería demasiado burdo.

Jesús de Nazaret. Fotografía de una multitud de fiesta

Por el contrario, la tentación parece más bien la de la “eficacia pastoral”, al menos aparente. Hacer un milagro inútil, pero muy llamativo. Todo Jerusalén lo hubiera visto y la noticia se hubiera difundido rápidamente por todo Israel.

Después de todo, es la tentación de buscar el número, en lugar de llegar al corazón de cada uno de forma personal. Por eso Jesús ni se molesta en rebatirla (como sí había hecho con las dos tentaciones anteriores).

La Buena Nueva de Jesús de Nazaret

El evangelio en el que mejor se resume este anuncio programático, es el de san Marcos.
Según este evangelista, Jesús comienza su predicación con estas palabras: «Se ha cumplido el tiempo, y ha llegado el Reino de Dios. Convertíos y creed al Evangelio» (Mc 1,15). [3]

Jesús de Nazaret es buena noticia para los hombres de buena voluntad. Fotografía en la que aparece un hombre con los brazos extendidos mientras contempla la salida del sol
Buena noticia para todos aquellos que buscan al Señor

Cuatro son los anuncios:

  1. Ha llegado el momento, mi momento, que es el vuestro.
  2. Ha llegado el Reino de Dios, porque allí donde estoy yo está el Reino de Dios.
  3. Creed al Evangelio, es decir, creed esta Buena noticia (la llegada del Reino de Dios).
  4. Pero tenéis que convertiros, porque el Reino de Dios solamente es buena noticia para quienes son de Dios.

Conversión es volverse hacia Dios, creer en su palabra. No se trata de una perfección moral que podamos conocer o adquirir con nuestras fuerzas, sino que es alegrarse de que Dios venga y dejarse salvar por él.

Los milagros de Jesús de Nazaret

No interesa saber si milagro es ruptura de las leyes de la naturaleza o es en realidad toda acción de Dios. Lo importante es que Jesús pasó «sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo» (Mt 4,23).

Porque la fuerza de Jesús viene de Dios y de su Amor. Jesús no necesita probar nada. Más aún, la fe es previa a los milagros. Sus acciones forman parte intrínseca de la llegada del Reino de Dios. Jesús «anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos del diablo, porque Dios era con él» (Hech 10,38).

Jesús de Nazaret. Dibujo que representa un hombre en tres momentos sucesivos: 1 Abatido, 2 Mejor. 3 Feliz

Esa es la Buena Nueva, la llegada del Reino de Dios que los profetas anunciaron: «los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres es anunciado el Evangelio» (Lc 7,22; cf. Is 35,5; 61,1).

El Evangelio no es un cuerpo de doctrina, sino la Buena nueva de la salvación que los pobres de Israel esperaban.

Jesús de Nazaret es un hombre de oración

En otros lugares he tratado ya de este tema [4]. Jesús de Nazaret puede enseñar a sus discípulos a orar, porque es un hombre de oración.

Cuando Dios se le revela en el Jordán, Jesús no estaba solamente dejándose bautizar por Juan. Jesús de Nazaret estaba en oración (cf.Lc 3,21). Después pasará cuarenta días en oración.

Jesús de Nazaret. Unas manos entrelazadas como en oración

Antes de nombrar a los que serían sus Apóstoles, Jesús pasa la noche en oración (cf. Lc 6,12). También en el momento de la Transfiguración, Jesús había subido a orar con Pedro, Santiago y Juan (cf. Lc 9,28).

Una vez que los discípulos fueron a buscarle, Jesús estaba orando a solas (cf. Lc 9,18). Jesús solía retirarse para orar (cf. Lc 5,16) y son numerosos los testimonios que tenemos de ello. En Cafarnaún (cf. Mc 1,35),después que hubo dado de comer a la gente (cf. Mc 6,46; Mt 14,23).

Jesús de Nazaret ante la cruz

A una persona se la conoce verdaderamente, cuando llega el momento de la prueba. Y Jesús de Nazaret actúa del mismo modo que había actuado siempre:

  1. Junto a los suyos y entregando su vida en rescate por muchos (Última cena)
  2. Subiendo al monte a orar (Oración del huerto)
Jesús de Nazaret. Momento de la fracción del pan (eucaristía)

En este momento, al contrario de otras veces, tenemos noticias del contenido de la oración de Jesús. «Abba, Padre, todas las cosas te son posibles, traspasa de mí este cáliz, mas no lo que yo quiero, sino lo que [quieras] tú» (Mc 14,36; cf. Mt 26,39.42; Lc 22,42).

Jesús no oculta su angustia a sus más íntimos (cf. Mc 14,33), y suplica al Padre que le libre del suplicio (cf. Mc 14,35). Jesús de Nazaret tiene miedo, pánico incluso (cf. Lc 22,44). Y es en esta situación dramática en la que Jesús acepta la voluntad del Padre.

Más allá de los detalles de lo ocurrido después, aquí es donde se nos muestra quién era Jesús de Nazaret.

Para concluir

Podríamos escribir mucho más, pero baste con esto para nuestro propósito. Únicamente unas pinceladas para conocer un poco más a Jesús de Nazaret. Para saber quién es el hombre cuyo nacimiento vamos a celebrar en estos días.

Consciente de no decir nada nuevo, pero con la intención de verlo y sentirlo con ojos nuevos. Porque este artículo está dirigido al sentido de la vista. Ver a Jesús y tratar de seguirle, no por lo que dice, sino por lo que hace.

Porque escuchar es más difícil que ver, de las palabras de Jesús hablaremos otro día. Porque las palabras generalizan, pero los hechos concretan. Además, Jesús es la Palabra y por eso su vida nos marca el camino.

No todos siguen a Jesús, en cambio muchos repiten sus palabras, incluso sin creerlas.

NOTAS

[1] Aunque es cierto que Jn 3,6 puede interpretarse en este sentido.

[2] La mayor parte de las citas están tomadas de la Biblia de Scio. La biblia de Scio añade el siguiente comentario: «De toda palabra de Dios; esto es, de todo lo que Dios quiera darle para su sustento. También el latino verbum, al uso hebreo, puede tomarse por res, cosa; y entonces a la letra dice: “De toda cosa de Dios”».

[3] Esta cita está tomada de la Biblia de Cantera-Iglesias, que traduce el griego «metanoeîte» por «arrepentíos». En la Biblia de Scio se dice «haced penitencia», que traduce el texto de la Vulgata: «pœnitemini». En realidad, el término metanoeîte hace referencia a un cambio de vida. «Convertíos» refleja mejor el significado de esta palabra.

[4] Puede verse: https://ubiesdomine.com/la-oracion-en-la-ensenanza-de-jesus/ y especialmente: https://ubiesdomine.com/importancia-de-la-oracion/

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